Estamos en esto por la música, no lo olvidemos

Llevo varios meses sin escribir artículos para este blog. No ha sido nada premeditado, pero hoy, pensándolo, me he dado cuenta de que tengo motivos para ello.

A raíz de la pandemia mundial del coronavirus, parece que se ha extendido como la pólvora una necesidad humana de hacer cosas, sobre todo en las personas que llevaban ritmos de vida muy agitados. Miles de personas han empezado a crear contenido sobre los temas más insospechados y colgarlo en las redes. Algunos, imagino que simplemente porque disponen de cierto tiempo que antes no tenían y han decidido compartir información. Otros, como intento de hacer negocio con ello. Y la cuestión es que, yo mismo, actualmente me siento desbordado con la cantidad de información sobre temas de sonorizaciones en directo que han aparecido en las redes. No doy abasto para ingerir toda esa información, ni muchísimo menos (y tampoco para cribarla, pues hay cosas muy interesantes y también hay cosas muy prescindibles).

Cuando empecé a escribir este humilde blog hace casi 6 años, lo hice básicamente por un motivo: Había poca información seria sobre ese campo, en español, en las redes. Me gusta investigar y dedicar tiempo a crear contenido si pienso que puede ser útil para mi y para otras personas. Nunca pensé que fuese capaz de mantener el blog en el tiempo, y sin embargo, poco a poco adquirí la rutina de publicar más o menos una vez al mes, de forma natural y no forzada. Y si últimamente no he escrito nada, creo que simplemente ha sido por ese desbordamiento actual de información en la red: Como hay tantísimo contenido publicado en los últimos cinco meses, no veo necesario ni me apetece aportar más, ni quiero hacerlo como obligación.

Personalmente, he dedicado mucho tiempo en los últimos meses al placer de escuchar música: clásicos, grupos que ya me gustaban, grupos desconocidos para mi, he visto todos los episodios de «Un país para escucharlo», el fantástico programa conducido por Ariel Rot (que por cierto, si no has visto, te lo recomiendo encarecidamente)… Y he recordado que si estoy en este negocio, es por la música. Ni más ni menos.

De nada nos sirve como técnicos de sonido en directo saber cómo funcionan todas las mesas y procesadores del mundo si no cultivamos nuestro bagaje musical. Saber de dónde venimos y a dónde vamos. Escuchar una canción por placer, y también de forma analítica, pensando en cómo podríamos recrear un sonido similar utilizando ecualizadores, compresores, reverbs y cualquier otro tipo de proceso. Porque no lo olvidemos, la técnica siempre debería estar al servicio de la música y no al revés.

Y qué placer y qué gusto, mientras escribo esto, escuchar la aguja de mi tocadiscos vibrar con el recién publicado nuevo trabajo de Bob Dylan «Rough and Rowdy Ways», y después, por ejemplo, alucinar un rato con el Sgt. Pepper’s de The Beatles (la mezcla mono original, por supuesto) y tratar de entender ese laborioso proceso que nos contaba Geoff Emerick en ese delicioso libro que recomendé en este artículo hace unos años. Así que en eso ando, disfrutando de la música como nunca, trabajando en ella cuando las administraciones públicas lo permiten (sin comentarios) y, cuando no se puede, disfrutando del verano.

Nos volveremos a leer, pero quizás tardemos un poco. Mientras tanto, ¡cuídense mucho en estos tiempos extraños!

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